2019 fue un año bastante malo en cuanto a avistamiento de Mantas (Manta birostris) en Isla del Caño con apenas un encuentro a lo largo del año, sin embargo, esta temporada 2020 ha superado con creces nuestras expectativas, siendo relativamente frecuente encontrarlas en el Bajo del Diablo (lugar que usan como estación de limpieza) cuando las condiciones eran buenas para el buceo.
El primer encuentro lo tuvimos en torno al 20 de enero, y desde entonces hasta que detuvimos nuestra actividad el 18 de marzo debido a la emergencia internacional por Covid-19, hemos podido disfrutar decenas de veces de su compañía durante los buceos, contabilizando hasta 8 mantas diferentes en una misma inmersión, cosa que no pasaba hacía muchísimos años ¿Por qué? Verdaderamente no lo sabemos, pero tenemos algunas hipótesis… que en Agosto de 2019 venciera la última licencia para la pesca de camarón semi-industrial de arrastre otorgada en Costa Rica puede que haya tenido bastante que ver, pudiendo haber dejado más libertad de movimiento a estos gigantes que pueden viajar varios cientos de kilómetros entre distintas estaciones de limpieza o sitios de alimentación.
Cada manta presenta un patrón de pigmentación único en la zona ventral, como una huella dactilar que permite diferenciarlas. Mediante la toma de fotografías, los guías de CRAD hemos llegado a la conclusión de que hemos tenido una población visitante de unos 10-16 individuos diferentes durante este tiempo. Estas fotos han sido enviadas a Misión Tiburón, quienes las están cotejando con las mantas fotografiadas en Islas Catalinas y Murciélagos (en el Pacífico Norte de CR) para conocer si hay coincidencias.
Además, como los delfines, las mantas son muy inteligentes (tienen el mayor cerebro en proporción a su tamaño entre todos los peces) y muestran comportamientos sociales y juegos entre ellas. Son curiosas y a menudo se aproximan a los buzos, los individuos parecen tener diferentes personalidades.
Este es el caso de una de las mantas más amistosas que pudimos observar en diferentes ocasiones, la cual solía ponerse sobre los buzos y parecía disfrutar con las burbujas que le recorrían la panza. Este individuo era particularmente fácil de identificar al presentar melanismo, era prácticamente negra!
El melanismo ocurre cuando hay un incremento de pigmento en la piel dando como resultado individuos muy oscuros o prácticamente negros. Este es un dato muy curioso, ya que el melanismo es común en animales terrestres (una pantera por ejemplo es un Jaguar con melanismo) pero es raro en ambientes marinos. De hecho, el ejemplo más prolífico de melanismo en el océano es el de las mantas pero nadie sabe realmente por qué.
Parece particularmente raro que las mantas sean el único tiburón o raya conocido que presenta melanismo. De hecho, las mantas negras son comunes en algunas áreas suponiendo hasta el 40% de la población mientras que están completamente ausentes en otras. La comunidad científica supone que la coloración negra la heredan de sus padres. Dado que las poblaciones de mantas están bastante aisladas unas de otras estudiar los individuos con melanismo puede ayudar a entender cómo las poblaciones se relacionan entre sí.
Cómo los tiburones ballena, las mantas (catalogadas como especie Vulnerable en la Lista Roja de IUCN) son animales filtradores que se alimentan de pequeñas presas planctónicas. Los microplásticos pueden asemejarse bastante al plancton e incluso encontrarse agregados conjuntamente en las corrientes por lo que se convierten en una gran amenaza. De igual forma, las mantas se enredan frecuentemente de forma accidental en redes de pesca pudiendo morir de forma bastante agónica. De hecho en uno de nuestros últimos buceos, nuestro guía Jean Paul encontró una manta bastante enredada en líneas de pesca. A falta de un cuchillo apropiado y gracias a la ayuda de un turista, logró liberar la manta cortando las líneas con sus propios dientes. Para que podamos disfrutar de estas impresionantes criaturas marinas por muchos años tenemos que tomar todos y cada uno de nosotros conciencia de nuestros hábitos de consumo, reducir la cantidad de plástico que utilizamos y solo consumir pescado o marisco que haya sido capturado con métodos de pesca respetuosos con la salud del ecosistema marino, y por supuesto, ser buzos respetuosos con estos increíbles animales así como apoyar organizaciones que luchan por su protección y conservación.
Por Deyanira Hernández,
Licenciada en Biología
PADI Divemaster de CRAD